Tercera Esfera - Tolomea *Peligro*

El lugar es oscuro ya que, contrario a lo que se podría creer, es raro que me encuentre en mi recinto, todas las paredes son oscuras, aunque si se ve a contraluz, se distinguirían frases escritas en ellas.

Algo sobre mi ^w^

Nombre: Minos de Griffon, aunque pueden llamarme Amo.

Edad: 23 años, see, sé que me veo más joven.
Estatura: 1.84 m Odio a todo aquel que sea más alto que yo ¬¬
Peso: 72 kg.

Tipo de sangre: A +
Fecha de nacimiento: Marzo 25, se aceptan Camus de regalo jajajajaja xD
Lugar de nacimiento: Noruega.


Técnicas:
Marioneta Cósmica (Kozumikku Marioneshon) Muy útil ah?

Sentí la presencia de alguien, intenté concentrarme ¿otro juez?... Imposible, si se tratara de Radamanthys o de Aiacos ya lo sabría, ¿Lune? No, no puede ser él, me sorprendí a mi mismo sonriendo al pensar en Lune, quizá, él habría entrado haciendo un alboroto, quejándose de algo o diciendo alguna de sus irreverencias, así que, era imposible que fuera él. Avancé hasta la odiosa presencia que, se sentía con mayor fuerza (dentro de su patética debilidad, seguro que no se comparaba siquiera con el más débil de los espectros)...

No hubo necesidad de seguir pensando en posibles intrusos, ya que, pasos más tarde me encontré con esa extraña figura que se hayaba en el suelo... Entrecerré los ojos y sonreí con crueldad.

- Vaya, veo que las sabandijas no tardaron en infestar el Inframundo... ¿acaso eres uno de esos patéticos santos de Athena?... - lo observé, tenía un rostro interesante, pero no comenté nada al respecto - Ahora dime, ¿quién eres? y ¿qué quieres?

Lo observé nuevamente, reprimiendo una sonrisa al escucharlo hablar así de los Santos de Athena.

- Eso no responde a mi pregunta por completo... - lo miré con desprecio - ¿por qué has irrumpido en mi recinto?

Avancé hasta la enorme pared y tomando un lápiz comencé a escribir la frase: "Dormimos al mismo tiempo" Tenía la odiosa costumbre de escribir en las paredes.

- ¿Te perdiste? JÁ - me burlé - Entonces, ¿debo suponer que los "Guerreros Divinos" son tan torpes como tú? Creo que incluso eres peor que un Santo de Athena, al menos ellos no vagaban "perdidos" por el Inframundo.

El recuerdo de cierta persona me viene a la mente y con ello, otra frase que debo anotar: "Debí amarte demasiado..."

- Tengo un asunto importante que atender - dije con voz cansina - espero que cuando regrese, tu desagradable presencia haya abandonado mi recinto, de lo contrario, no tendré piedad contigo.

Avancé hasta la salida, sorprendiéndome a mi mismo con esa voz tranquila que había adoptado desde hace unos días, me pregunté si esto era a lo que le llamaban "depresión".

No - negué de inmediato - debe ser solo cansancio. - pensé.

- ¿Ya acabaste con tu discurso? - dije y segundos después apareció otro joven, lo observé sin demasiado interés - ¿De dónde salen tantas sabandijas? ¿Hay alguna cloaca destapada? Dioses... Si no vienen para tratar algún asunto importante o algún plan de orgía - sonreí mientras los observaba - pueden irse largando... no tengo su tiempo niñatos!

"Ukear a Lune" - escribí mientras pensaba en cuánto deseaba visitarlo.

- JAJAJAJA - me pareció muy divertida la reacción de ese patético guerrero - Ah! la nena se molesta cuando le dicen sus verdades... - dije como si le tuviera lástima - Dioses, eres más dramático y escandaloso que Lune... y... desafortunadamente no eres ni la mitad de hermoso que él... - lo miré con crueldad - dejaré que te vayas, en este momento no necesito a otro sirviente por aquí, así que... ya sabes dónde está la salida, a ver si esta vez no te "pierdes", porque eso sí que sería muy molesto.

Salí rumbo al Santuario. Cada vez me era más necesario verlo y comencé a odiarme por ello.

Me alejé ante su contacto... odiaba que me tocaran cuando no había sexo o cariño de por medio.

Entro a mi recinto con lentitud, temiendo tropezar con algún objeto abandonado con descuido. En otras circunstancias no me habría importado, de ser otra la situación tan solo me habría tumbado en el sofá a fumar un cigarrillo en perfecta y completa soledad, pero esta no es otra circunstancia ni otra la situación y tampoco me encuentro solo, ahora tengo su cuerpo entre mis brazos y no puedo darme el lujo de perder el equilibrio. Por primera vez desde que habito este recinto, maldigo la poca luz que hay. Escucho un leve quejido y muerdo mi labio inferior intentando acabar con la culpabilidad que me invade con odiosa insistencia.

- Falta poco... - digo con voz apenas audible y segundos después, nos encontramos en mi habitación. - Nunca nadie más que yo ha entrado aquí... - lo deposito sobre la cama y su cuerpo se estremece, supongo que por las heridas en su espalda, retiro el cabello que cubría parcialmente su rostro y entonces abre con lentitud sus hermosos ojos y me observa con sentimientos que no consigo descifrar, nunca he comprendido el origen de su odio, nunca me he detenido a pensar en la dolorosa sensación que me deja - ¿cómo llegamos a esto, Lune? - aunque digo su nombre, lo cierto es que me hago esa pregunta a mi mismo y no encuentro la respuesta.

Me retiro un instante para regresar después con algunas gasas, agua y antisépticos... dejo todo a un lado de la cama, debería de curar sus heridas pero me da un inmenso terror ser rechazado, que me pida que me aleje y que entonces yo decida utilizar la fuerza para terminar nuevamente en una de esas discusiones que me duelen y me fascinan al mismo tiempo. Pocas cosas pueden tener ese efecto, se tiene que ser demasiado masoquista para amar a alguien tanto, se debe estar estúpidamente enamorado como para dejar que las palabras te afecten de esa forma. Acerco uno de los muebles que se encuentran en la habitación y me siento a observarlo, él no es de los que se quedan callados tanto tiempo, así que supongo que se encuentra en un estado de sopor después de todo el estrés al que había sido sometido.

Tomo un cigarrillo mientras te pienso, Lune... tu nombre suena extraño cuando lo digo de esa forma, fingiendo desprecio, ocultando las ganas de abrazarte porque tú no me puedes ver así, no en este patético estado en el que me encuentro la mayor parte del tiempo. Tu nombre sabe extraño en mis labios, se siente extraño en mi piel... y ya estoy pensando estupideces de nuevo. Me acerco a él y lo coloco de espaldas aunque utiliza las pocas fuerzas que le quedan para impedirlo.

- Tranquilo, esto se pondrá peor si no hacemos algo al respecto - digo antes de mojar una de las gasas con el antiséptico y me dedico a curar sus heridas, nunca antes había hecho algo parecido pero procuro que mis movimientos no sean tan bruscos, al parecer no lo son puesto que veo que su respiración, hasta entonces agitada, se va normalizando, adquiriendo ese delicioso movimiento que suelen tener las personas a punto de dormir.

Y podría pasar el resto de la noche, el resto de mi vida viendote domir, porque aunque no sea capaz de decírtelo o de aceptarlo abiertamente, te necesito... y yo no creo que tú lo entiendas o que siquiera te interese, y estoy consciente de ello, sé que sería muy difícil amar a una persona tan despreciable como yo, pero mantengo la esperanza, quizá tan solo soy demasiado masoquista al amarte de esta forma y see, quizá también estoy estúpidamente enamorado.