Las visagras oxidadas y la madera deteriorada chillaron cuando Syd, en un movimiento tosco, abrió la puerta de su antigua habitación. En un rápido vistazo, pudo comprobar que todo se encontraba como lo había dejado antes de iniciar ese largo viaje que necesitó para pensarse las cosas... Para pensar sobre su vida, sobre su hermano, sobre él.
No demoró mucho tiempo en la entrada y rápidamente se acercó hacia la cama, arrinconada en una esquina, donde dejó caer su escaso equipaje, a pies de ésta. Suspiró, llevando sus manos a su cintura y detallando el lugar; lo cierto era que lo extrañaba. Aunque sabía que necesitaba de esa ausencia de Asgard, en el fondo siempre extrañó el clima, el pueblo acogedor, su habitación intima... aunque, más que nada extrañaba el clima.
Recorrió con parcimonia el baño, la pequeña cocina, el bar, hasta llegar a una básica sala donde un retrato de su familia se mantenía de pie, aunque con algo de polvo. Lo limpió con sus dedos, con el mismo cuidado con el que lo haría una madre, tratándose de su hijo. Cuando terminó su tarea, le observó, señalando la ausencia de su hermano.
Hermano...
Todavía no se acostumbraba a la palabra. Había construído su vida pasada creyendo ser hijo único, ignorando la existencia de un hermano que siempre añoró; de una compañía que necesitó durante muchísimas etapas de su vida.
- Bud - susurró para sí, preguntandose sobre el paradero de su hermano, sobre sus cicatrices, sobre si había podido finalmente perdonarlo. Porque a él todavía le costaba mucho hacerlo, el reconocer que en aquellas circunstancias, no había sido su culpa.