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 La sombra de Eta

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Alannis
::Guerrero Divino Mime Benetnasch Eta::
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Alannis


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MensajeTema: La sombra de Eta   La sombra de Eta Icon_minitimeMar Mar 10, 2009 12:05 am

bueno, andaba aburrida y medio desocupada así q' se me dio el arrebato de subir este pequeño fic q' hice hace como un mes, no es muy bueno pero por algo se empieza. espero q' lo lean y opinen, con eso me ayudan a mejorar mi escritura ^^. saludos
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La sombra de Eta
Correteando por el bosque, lanzándose nieve juguetonamente, están los guerreros de Asgard, olvidados del mundo y recuperando el tiempo perdido en batallas. Todos juegan, incluso el recientemente conocido guerrero de Alcor, el tigre blanco, pero uno de ellos esta apartado, aislado, solo… soy yo, el guerrero de Benetnasch, el único que se ha negado a jugar a pesar de que me llaman constantemente, a pesar de que todos ellos me quieren introducir en su mundo de ensueño, pero no quiero… no puedo…
Entonces siento esa particular calidez sobre mi hombro y ese susurro en mi oído… y esa voz, esa gruesa pero gentil voz que me repite una y otra vez las mismas lecciones. “un guerrero no debe estar solo”, me murmura primeramente “y tú, mi pequeño, no debes conocer la amargura de la soledad” me dice en seguida con un deje de tristeza en su voz, y giro mi rostro para verle, a ese ser que me da lecciones tan amorosamente, pero no hay nadie, solo el vacio y el eco de su voz…
-Volker…- digo en un leve susurro que se lleva el viento, inaudible para los demás pero tan vibrante para mí.
Es extraño, pero nunca sentí a ese hombre al que llame tantas veces “papá” tan cerca de mí como ahora, ¿será que mi remordimiento hace que lo tenga más presente que nunca?, no lo sé, tan solo sé que lo extraño…
Veo el cielo tomar tonos naranjas pálidos que iluminan la nieve con un color amarillento y es cuando decido que es el momento de partir. En un primer instante, dando el primer paso, veo que todos se alteran, me piden que no me vaya, pero finalmente lo hago, dejándolos apenas con una sonrisa fingida y una queda despedida que a veces dudo hayan escuchado, y no pasa mucho tiempo antes de que vuelvan a su mundo perfecto, olvidándose de mi o de mi triste expresión, solo uno me observa hasta el final, solo uno me mira partir con la misma tristeza con la que me miraba Volker cuando me veía alejarme, ¿de quién se trata?, no sé, pero no dejo de sentir su mirada sobre mí.
Mis pasos se hunden en la dorada nieve y aun cuando parece que el viento es mi única compañía, siento que alguien esta tras de mí, miro a mis espaldas esperando encontrar una sombra, pero de nuevo no hay nada… ¿eres tú otra vez, Volker? Quisiera saberlo, pero tan solo sigo mi marcha desolada hacia mi casa, la que fue su casa y en la que me acogió sin reproches.
Abro la puerta y lo único que me recibe, es un sepulcral silencio y una perpetua oscuridad a la cual atravieso sin miedo alguno, después de todo, la veo todo el tiempo. Enciendo la chimenea y me siento frente a ella, contemplando las llamas tal y como lo hacía de niño, esperando a la llegada de Papá para que me abrazara y aliviara con su presencia la tristeza de mi corazón, pero ahora sé que no importa cuánto espere, ya no seré arrullado en sus brazos nunca más. El calor del fuego es lo único que me envuelve, lo único que llena mi cabeza en esos momentos, ya ni siquiera puedo refugiarme en la música porque cada nota que sale me recuerda a nuestras peleas, me recuerda a su rostro dolido, me recuerda a mis puños llenos de su sangre…
El cielo se oscurece, el naranja es reemplazado por un negro profundo que invade toda mi casa, o más bien, su casa. Me levanto lentamente y me dirijo a mi habitación y aun allí siento un par de ojos sobre mí, pero no les presto atención a estas sensaciones, tan solo quiero imaginar que sigo estando solo. Me despojo de mis ropas y me coloco ese blanco pijama que será el único abrazo que siento durante la noche, la luz está apagada, pero no la necesito pues la luna brilla esplendorosa fuera de mi balcón. Me acerco hasta la cama, pero al igual que todas las noches, siento que no puedo dormir hasta que salga al balcón al ver el infinito cielo estrellado, y lo hago. Abro de par en par las puertas que me separan del frio de la noche y de inmediato, una helada brisa me rodea, ondeando las cortinas violeta de forma fantasmagórica al igual que mis cabellos, y me acerco paso a paso hasta el borde del balcón, sujetando con fuerzas el barandal de concreto, mirando al vacio que se cierne bajo mis pies y al cielo, tan esplendoroso y lleno de estrellas que delinean las formas más conocidas para mi mente.
El frio es cada vez más intenso, pero en vez de retirarme a la cama como suelo hacerlo, me quedo un momento mas mientras cientos de pensamientos llenan mi cabeza, y de nuevo escucho esa voz tan familiar haciendo eco en mis oídos “no lo hagas” me dice con angustia “no me sigas” me suplica “por favor, no cometas una locura” me grita suplicante, pero simplemente ignoro esa voz. Ya estoy cansado de tener esos recuerdos rondando por mi cabeza, ya estoy arto de escuchar esa voz, ya no soporto mas sentir esa mano sobre mi hombro y ver a mí alrededor para darme cuenta que no hay nadie allí. Apoyo mis manos en el barandal y con un poco de fuerza subo las rodillas también, pronto estoy de pie sobre el barandal, contemplando el vacio más que nunca y sintiendo a la brisa que me empuja con mas fuerzas… mis ojos están inundados de lagrimas y mi corazón está lleno de un sentimiento de congoja mientras esa voz comienza a suplicar de nuevo que me baje del barandal, pero simplemente no la escucho. Respiro hondo por última vez y cierro los ojos para dejarme llevar por la brisa, entonces ciento el vacio en mi estomago seguido por esa sensación de libertad, parece que el viento trata de detenerme pero no puede, mi cuerpo cae al vacio y con esto siento que esta pronto el fin de mi dolor.
Pero entonces, algo ocurre, una gran y gruesa mano sujeta la mía con fuerzas, una mano algo maltratada por el duro trabajo pero que tiene una calidez que ni el mismo Volker llego a tener. Abro los ojos despacio y veo mi cuerpo colgando fuera del balcón, ¿pero por qué no caigo?, ¿quién no me dejo caer? , me pregunto con miedo. Temo levantar la mirada y ver que no hay nadie allí como en otras ocasiones, saber que soy tan cobarde que yo mismo me sostuve de alguna forma y ahora imagino que alguien me retienes, pero finalmente levanto el rostro y veo a la persona a quien menos espere ver, un rostro angustiado que me suplica con la mirada me detenga de mi locura.
-¿qué estás haciendo?.- le reprocho en un principio
-eso mismo te debería preguntar yo.- me responde tratando de ser gracioso
Y antes de que pudiera decir nada mas, sentí que con todas sus fuerzas me llevo de regreso al balcón. Apoye las rodillas en el barandal de nuevo y puse los pies sobre el piso de concreto cuando sus brazos rodearon mi cintura. Lo mire por un largo rato, analizando su rostro que sonríe con ironía mientras sus ojos, al igual que los míos están llenos de lágrimas.
-porque lo hiciste… Bud de Alcor….- al mencionar su nombre, sus ojos se clavan más en los míos, preguntándome con la mirada cómo es que lograba distinguirlo de su hermano cuando los demás aun no lograban hacerlo, pero la verdad es que desde el primer momento en que lo vi, me pareció muy distinto a su hermano, era casi como si conociera mas a ese extraño Bud que al propio Syd que entreno a mi lado y por ello pude reconocerlo desde el principio.
-digamos que… no podía dejarte caer…- me responde limpiando bruscamente el llanto en sus ojos
-¿porque no?, no me conoces ni un poco…
-¡mentira!.- me interrumpe bruscamente mientras una de sus maltratadas manos va a mi rostro.- te conozco, mucho más que todos esos a los que llamas amigos
-entonces deberías saber que sería mejor si me hubieras dejado caer
-¿porque?, ¿qué pecado fue tan grave como para que no seas capaz de perdonártelo?
-¡si me conocieras tanto como afirmas lo sabrías!
Me aparte de su lado y camine hacia el interior de la habitación, no quería ver al rostro de Bud, no podía, era igual al de Volker cuando lo mate y me dolía volver a ver una expresión como esa. Apreté los puños mientras escuchaba los pasos de Bud acercándose a mí.
-vete ya, Alcor, déjame en paz
-Volker jamás te reprocho lo que hiciste, él no te odió en ese momento y te aseguro que en donde quiera que este aun no lo hace… te perdono desde hace mucho por lo que le hiciste incluso antes de que lo hicieras, ¿porque no puedes perdonarte?
-¿tú que sabes de lo que hice?, ¡¿cómo puedes estar tan seguro de tus palabras?!.- le grite lleno de rabia y frustración.
Me gire hacia Bud y entonces me di cuenta que estaba demasiado cerca, tanto como para que mis dolidas lagrimas cayeran en su rostro, en su bello rostro…
-se mas de lo que imaginas, Mime de Benetnasch.- me responde con gentileza, una gentileza tan solo propia del viejo Volker.- te observo.- menciona acariciando mi rostro.- te observo desde hace años, desde que eras un pequeño que tocaba su arpa en los bosques de Asgard en primavera.
Trate de retroceder mientras escuchaba esa confesión, pero entonces sentí que algo rodeo mi cintura, eran sus brazos que me apretaban de una forma fuerte pero delicada, Impidiéndome escapar.
-te he observado desde siempre y por eso se tanto de ti, porque incluso te vi cuando cometiste “ese pecado”
Los nervios me invadieron totalmente y entonces quise apartarme, pero Bud simplemente no me dejo, me sujeto con más fuerzas, pegando mi cuerpo al suyo y haciéndome presa de su intenso calor.
-y si tanto me has observado, como puedes abrazarme ahora?, soy un ser despreciable y tu mejor que nadie debe saberlo, ¡no merezco que alguien como tú me quiera de esta forma!- “querer”, ¿porque dije esa palabra?
-¡no es cierto!.- me interrumpe de nuevo y abrazándome mas fuerte.- no eres un ser despreciable, tan solo un ángel que fue abandonado en la tierra… un ángel que yo quiero cuidar por siempre… te amo, Mime. Te amo desde siempre y nunca dejare de hacerlo…
Entonces, el silencio inundo la habitación, no pude decir nada, tan solo sentía un gran nudo en la garganta mientras veía como unos hermosos ojos de color miel eran de nuevo nublados por el llanto. De repente me falto el aire y solo pude cerrar los ojos, Bud había cerrado mi boca en un tierno beso que para mí fue el primero de toda la vida, mis sentidos se nublaron y poco a poco caí en el embrujo del tigre blanco.
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