PALACIO DE PANDORA

Recargué mi cuerpo en una de las enormes columnas afuera de su palacio. Entrar o no entrar, esa era la cuestión... sonreí y me senté con lentitud en uno de los escalones, mientras terminaba de fumar mi décimo cigarrillo, el segundo fuera de su palacio. Ni ella comprendía mis ansias por la nicotina ni yo entendía porque le molestaba tanto que fumara. Comenzaba a anochecer y la brisa arrastró el humo que salía de mis labios. Cerré los ojos, me recargué un poco más en la columna y como si de un arrullo se tratase, escuché esa voz. Esa voz conocida y que no pertenecía precisamente a la hermosa doncella que habitaba el palacio.

Me puse de pie como un resorte y fumar dejó de ser mi prioridad para poner especial atención en el diálogo que se desarrollaba en el interior. Aunque no escuchaba palabras determinadas, sí podía saber que se trataba de alguien más, de alguien más que no era yo y que ahora estaba con ella. Mi sangre comenzó a hervir furiosamente, haciendo que me fuera difícil controlarme, aunque el calor quemando mis dedos me hizo regresar a la realidad.

"Radamanthys" - pensé pero de inmediato descarté esa idea al no sentir su cosmoenergía, no obstante se trataba de un juez, no tenía que ser demasiado perceptivo para notarlo, y si no era Radamanthys, entonces era esa sabandija de Aiacos... Respiré profundamente, porque cualquiera sabe que en situaciones como estas, lo mejor es calmarse y pensar fríamente las cosas. Aunque todo se quedó en un patético intento cuando me adentré en el palacio y vi a ese par de figuras alejándose lentamente.

- si, me parece perfecto... vamos a la cocina entonces, de qué te gustaría? - dijo Pandora sonriendo de una forma que me pareció demasiado sensual como para tratarse solo de cortesía.
- Primero veamos que hay aquí y luego veremos que se puede hacer... - dijo Aiacos con una, seguramente fingida inocencia que yo no creía... lo demás fue algo que no alcancé a escuchar y que tampoco me interesaba demasiado.

Lo único que pasaba por mi mente era la palabra "Traición" y "Venganza" ésta última me satisfacía de solo pensarla. Si bien es cierto que Pandora y yo no teníamos nada formal, habían sido muy obvias las insinuaciones pasadas y ahora tan solo me preguntaba si habría estado jugando conmigo, tanto si era así, como si no lo era, mi deseo de vengarme ya se había incrustado en mi sangre y recorría mi cuerpo a una velocidad envidiable.

- Se divierten? - dije con toda la ironía que la voz de alguien podía contener, mientras me acercaba a Pandora, poniéndola visiblemente nerviosa - ¿Qué pasa Pandora? - La tomé de la cintura acercando su cuerpo al mío - ¿Te olvidaste de que iba a venir? - ella colocó sus brazos entre nosotros, como si intentara ganar algo de espacio entre nuestros cuerpos, pero era inútil, no lo conseguiría. - Aiacos... ¿podrías retirarte? A menos que... - sonreí de lado, con arrogancia y lascivia - quieras participar...

Podía notar la burla en cada palabra de Aiacos.

-Participar?? contigo?? sigue soñando!!! tan celoso como siempre no?

Cerré los puños y apresé más a Pandora, dificultando su respiración.

- ¿Celoso? No podría estar celoso de alguien como tú - dije aunque él me ignoró completamente y se dirigió a la salida.
- Pandora, creo que nos veremos en otro momento...

"No si yo puedo impedirlo" - pensé mientras él seguía hablando y le guiñó un ojo en lo que me pareció complicidad, intenté esbozar una sonrisa sin conseguirlo realmente, me encontraba enfadado, sediento de venganza y eso era algo que ni el propio Hades podría impedir.

Después tan solo se despidió de Pandora y estuve a punto de golpearlo por un motivo que ni yo mismo comprendía, pero me detuve cuando escuché el leve quejido de mi hermosa doncella, hacía unos cuantos segundos que había dejado de medir la fuerza con la que la sostenía y ahora estaba haciéndole un poco de daño. La solté de imprevisto y giré mi rostro como si con eso pudiera demostrarle que mi ego estaba herido y que mi estado en general estaba ofendido.

- ¿Qué hacía Aiacos aquí? - pregunté con severidad, aunque sabía que ninguna de sus respuestas serían suficientes para calmarme y que el único pensamiento coherente era el de hacerla mía.

Minos se introdujo abruptamente en la habitacion... pude observar los celos y el enojo en su semblante y en cada palabra que emanaba en un tono un tanto ironico.

-se divierten? exclamo con severidad mientras se acercaba a mi poniendome visiblemente nerviosa.

no me dio tiempo de responder cuando una segunda pregunta se escapo de sus labios golpeadamente. - Que hace el aqui? exclamo fuertemente.

antes de que pudiera responder me tomo fuertemente entre sus brazos preguntandome sinicamente. - te olvidaste de que iba a venir?

no pude reponder, su actitud arrebatada me dejo sin palabras... mi primer impulso fue poner distancia entre nosotros, tal vez por el miedo, la incertidumbre o porque sabia que eso exitaria mas a Minos y terminaria por despertar esa furia. permaneci sin mencionar palabra.

Aiacos decidio retirarse al verse obligado por la presencia de Minos, marchandose burlandose de la situacion. situacion que Mi verdugo no pudo soportar.

me estrecho fuertemente llegandome a lastimar...

me quede paralizada, no podia contestar, me encontraba totalmente consternada por la situacion. ya conocia el caracter fuerte y explosivo de Minos pero al ver sus ojos encendidos fue una mezcla inexplicable de miedo, desconcierto, y exitacion.


me miro fijamente como sus encendidos ojos felinos, y en tono incriminante exclamo. - Que hacia Aiacos aqui?

lo mire unos instantes antes de responder, mi respiracion se torno entrecortarda y mi voz suavemente salio de mi garganta...

solo estaba de visita, decidio salir unos instantes del inframundo, en realidad solo fue una visita cordial, nada mas...

respondi esperando que mis palabras pudieran calmarlo, espere una respuesta de mi potencial verdugo y amante... no sabia que podria pasar...

Me recargué en la mesa que se encontraba en el centro de la habitación mientras esperaba su respuesta.

- Solo estaba de visita, decidió salir unos intantes del inframundo, en realidad solo fue una visita cordial, nada más... - dijo con voz suave, con esa indiferencia ante mi actitud desafiante, con esa frialdad que irónicamente me mantenía a sus pies.

Yo no podía comprender muchas cosas, no entendeía cómo es que unas cuantas palabras o una de esas miradas tan suyas ejercían tanto poder en mi, al grado de mantenerme en ese estado pasivo y sumiso que no existía con nadie más que con ella. Esa patética parte de mi que permanecía oculta ante todo el mundo porque así era más sencillo sobrevivir, no tener sentimientos. Tampoco podría explicar todo el dolor que me causaba su cercanía, su efímera presencia que se desvanecía por las noches, ese estado constante de ausencia y la nicotina corriendo por mis venas minutos después.

Nuestra relación era extraña, siempre lo había sido, dejábamos todo a medias y por más que quisiéramos no podíamos permanecer juntos sin hacernos daño. Ni a mi me conmovían sus lágrimas y ella jamás se enteraría de todo el dolor que era capaz de causarme. Así eramos nosotros, era solo el deseo que se despertaba ante la más leve provocación, una dolorosa necesidad de cercanía.

Ella hizo el ademán de ir por un par de tazas para preparar algo de té, pero la detuve, sosteniendo una de sus muñecas ante su mirada atónita, seguramente ahora pensaba en reclamarme pero silencié sus labios con un apasionante beso mientras acercaba su cuerpo al mío, ella forcejeó un momento, pero segundos más tarde mientras nuestras lenguas se encontraban con timidez al principio, con deseo al final, ella se acercó a mi y colocó sus manos sobre mi pecho. Una de mis manos se encontraba sosteniéndola con firmeza por la cintura mientras que la otra sostenía su cuello, profundizando el beso y después bajaba por su espalda hasta la curva de sus nalgas, apresándolas con deseo sobre la ropa que comenzaba a ser un estorbo. Cambiando de posición, logré recargarla sobre la mesa y las prendas fueron cayendo lentamente de su cuerpo, quedando en unas diminutas bragas que seguramente a estas alturas estarían un poco humedas, desabroché su sostén liberando el hermoso par de pechos con esos botones semierectos que pedían a gritos ser besados.

- Necesito hacerte mía... - musité con dificultad pues yo mismo me encontraba excitado, pero disfrutaba enormemente acariciando ese cuerpecito perfecto virginal. Comencé a besar su cuello mientras mis manos apretaban sus nalgas, haciendo que mi erección se restregara contra su hermoso coñito que se me antojaba suave y húmedo.

Succionaba dejando marcas rojizas que la marcaban como mía. Me ayudó a deshacerme de la ropa quedando pronto desnudo con la punta de mi enorme verga con esa tonalidad rojiza por la acumulación de sangre y con una ligera gota que salía desde el glande. Tomé a Pandora por detrás de los muslos para que quedara sentada sobre la mesa, aún tenía las bragas puestas, se veía absolutamente deliciosa, con esa pequeña tela cubriendo débilmente su intimidad, me besé sus dulces pezones mordiendo levemente, sin hacerle daño, tan solo para que quedaran completamente erectos. Y después de acariciar sus muslos bajé para dejar las mismas marcas rojas que tanto me gustaba hacerle, me acercaba lentamente a su intimidad y ella comenzaba a gemir como si con eso pudiera acelerar el ritmo de avance. besé su coñito por encima de las bragas causándole un escalofrío que erizó su piel. Y después subí hasta su oído, mientras me recargaba sobre ella, deslizando mi dedo por toda su raja, encontrando su clítoris, haciendo presión sobre él y moviéndolo de forma circular. Mi otra mano apretaba sus muslos, la atraía más hacia mi y subía por sus pechos acariciándolos lentamente.

- ¿Tienes miedo? - pregunté mientras seguía rozando su entrada, conteniendo el deseo de que mi mano no fuese hasta sus nalgas y un juguetón dedo se adentrase con dificultad por ahí.

¿Qué si la amaba? No lo sé y comencé a pensar que tampoco quería saberlo.

-tienes miedo? pregunto con voz fuerte y un tanto cortada, sin embargo su mirada denotaba algo diferente, tenia un aire de preocupacion , como si en verdad le importara lo que yo estuviera sintiendo. fue muy extraño, pues eso nunca nos habia importado, lo nuestro era realmente extraño. al ver sus titubeantes ojos amarillos, comence a sentir algo extraño, no pude responder a su pregunta simplemente acerque mi cuerpo desnudo al suyo y me aferre fuertemente a su espalda ocultando mi rostro entre sus platinados cabellos, comence a temblar al sentir esa extraña mezcla de desconcierto, miedo y exitacion, trate de mitigar mi respiracion que comenzo a tornarse mas agitada y entrecortada, podia sentir claramente los latidos de mi corazon al igual que los suyos, mientras mi cuerpo desnudo estaba en contacto con su piel. era una sensacion muy exitante y placentera, mis senos quedaron recargados contra su pecho, lo que me hizo estremecer, aferrandome con mas fuerza a su espalda y propiciando un poco mas la cercania.

tras ese abrazo pude sentir la punta de su erecto miembro tocar la virginal entrada de mi vagina sobre mis humedas bragas, aquella sensacion casi me mata de placer, no podia comparase siquiera con sus dedos explorando mi intimidad, era diferente. ahora sabia queria llegar hasta el final, no sabia a donde nos conduciria esto o que consecuencias podria tener, pues lo nuestro siempre fue un juego cruel y ahora estaba a punto de entregarle algo tan preciado para mi.

me aparte un instante y lo mire de manera desafiante e inocente a la vez, me acerque y tome su rostro entre mis manos, lo acerque y pude sentir su agitada respiracion la cual ahogue con un apasionado beso que no se a donde nos llevaria...

Se fue recargando lentamente sobre mi cuerpo, se veía tan vulnerable que no supe que hacer, por un lado, quería abrazarla, estrecharla entre mis brazos y decirle que la amaba, que siempre había despertado en mi ese extraño sentimiento que hasta entonces no había conseguido definir. Ya no podía más, moría por decírselo, besarla y hacerla mía durante toda la noche hasta que nuestros cuerpos cansados se rindieran en un profundo sueño. Pero después estaba este otro sentimiento que había estado presente en todos nuestros encuentros... algo que yo sabía y que me negaba a aceptar, ella no era mía, nunca lo había sido y quizá lo único que compartiríamos sería este momento efímero, porque esto, este abrazo que comenzaba a atormentarme por su dulzura, era lo más cerca que podríamos estar alguna vez.

Restregué mi miembro contra su cuerpo, si no podía estar con ella, al menos esta vez, sería mía. Ella tomó mi rostro y por un instante pensé que me rechazaría, sin embargo, tan solo me acercó para besarme. Era la primera vez que era ella y no yo quien iniciaba un beso, y cuando nos separamos en busca de oxígeno, no pude evitar sonreir. Después pasé dos de mis dedos por debajo de su ropa, para ir retirando la diminuta prenda interior, que bajó deslizándose suavemente por sus piernas, y sus muslos se convirtieron en un poderoso imán que atraía toda mi atención, eran tan suaves que no podía dejar de acariciarlos, la mantuve sentada sobre la mesa y tomando mi miembro, lo coloqué sobre su entrada, pasándolo de arriba a abajo sin decidirme a entrar, me movía con dolorosa lentitud, masturbándola mientras disfrutaba al ver su rostro sonrojándose deliciosamente, con sus labios se entreabiertos de manera sugerente.

Introduje uno de mis dedos, lo hice para comprobar su deliciosa humedad y también porque me gustaba tocarla y sentirla de esa forma. Apoyé la punta de mi miembro en su entrada y fui empujando suavemente, su cuerpo se estremeció de inmediato y me quedé inmóvil, no había entrado ni la punta y al parecer le había causado cierto dolor, acaricié sus muslos y besaba su cuello intentando distraerla y cuando sus piernas se relajaron, seguí entrando, deteniéndome cada cierto tiempo para disfrutar de esa estrecha cavidad que iba alojando mi miembro poco a poco, era cálido, estrecho, como un firme agarre que me estimulaba haciendo que un ronco gemido saliera de mi garganta, sus manos apretaban mis brazos con fuerza y mantenía los ojos cerrados, con una de mis manos comencé a acariciar su clítoris y la otra pasaba por su espalda hasta sus nalgas, acercándo su cuerpo al mío y cuando ella comenzó a gemir entrecortadamente comencé con un vaivén que al principio era lento y fue ganando velocidad conforme avanzaba, dioses esto era... no había palabras para describirlo, amaba la sensación de sentirme dentro de ella, mis testículos chocando pesadamente contra su suave piel, como si mi razón se fuera nublando y ahora tan solo deseara enterrarme en ella tan profundo como fuera posible, su cuerpo se estremecía y sus pezones seguían erectos contra mi pecho, causándome un cosquilleo y el deseo de acariciarlos.

Tomé sus piernas por detrás de sus rodillas para elevarlas un poco, logrando así penetrarla con mayor libertad, todo su cuerpo se estremecía deliciosamente, y ahora había apoyado sus manos sobre la mesa, brindándome un mejor ángulo de penetración, dioses, la amaba, quería estar así, con ella cada noche de mi maldita y miserable existencia, la necesitaba como si fuera una droga sin la que no pudiera vivir.

Su cabello caía graciosamente hacia atrás, con algunos mechones pegándose levemente a su frente perlada por el sudor, lamía y mordía sus labios con sensualidad, sus manos se cerraban y lamenté no haberlo hecho en la cama que así tuviera algo de qué sostenerse, pero ya no pensaba, ahora solo quería tenerla, entrar en ella, sentir mi miembro apresado deliciosamente, disfrutaba salir de su cuerpo con tortuosa lentitud, podía verlo en la presión que ejercía sobre sus labios, solía morderlos con más fuerza cuando salía de esa forma y luego soltaba un gemido que me parecía hermoso cuando entraba de golpe, hasta el fondo, tocando todo lo que me era anatómicamente posible. Solté una de sus piernas y ésta cayó apoyándose nuevamente sobre la mesa, seguramente no tendría ni fuerzas ni ganas de mantener la posición en que yo la sostenía. Y con la mano libre seguí tocándola, rozándola sintiendo los ligeros espasmos que atacaban su cuerpo con palpitaciones deliciosas que la recorrían, seguramente comenzaban en su delicioso coñito y subían como oleadas placenteras por el resto de su cuerpo. Yo aceleraba el ritmo, y ya no me importaba, era mía y nada cambiaría eso, yo la amaba, me odiaba por ello, pero tampoco pensaba hacer algo al respecto.

- Puedo... ahh... correrme dentro de ti? - era una pregunta pero la verdad era que no me interesaba si ella decía que no, quería inundarla, como si quisiera marcarla de alguna forma y reclamarla como mía, antes de que ella respondiera, todo mi cuerpo se estremeció, mi respiración se detuvo por un instante y mi esperma tibio comenzó a emanar en un delicioso orgasmo que la llenaba, ella también se estremeció y fue dejando caer su espalda sobre la mesa.

Salí con lentitud y pocas ganas, si fuera por mi, me habría quedado un poco más en su interior, pero ella se veía cansada, su pecho subiendo y bajando en constante agitación, sus brazos descansaban desordenados, como si lo único que deseara fuera dormir, la observé durante unos cuantos segundos, tanto mi semen como sus propios fluidos se deslizaban con lentitud en su entrepierna. Se veía hermosa, vulnerable, somnolienta y deliciosa como siempre. La tomé en brazos y me dirigí hasta la habitación, para después depositarla sobre la enorme cama. Ella se movió un poco, quedando de costado, seguramente dispuesta a dormir, y algo dentro de mi deseaba que, de un momento a otro ella me pidiese que me acostara a su lado, aunque ese algo también sabía que eso no pasaría.

Fui hasta el cuarto de baño y me limpié, sonriendo al recordar lo sucedido. Luego tomé un poco de agua tibia en una vasija y una toalla. Cuando regresé, ella seguía en la misma posición, no estaba seguro de si estaba despierta o no, así que, acerqué la pequeña mesa de noche donde coloqué la vasija y me senté con cuidado en el borde de la cama, al lado de sus piernas, humedecí una esquina de la toalla y separé sus muslos con suavidad, limpié la cara interior de ellos hasta que no quedó rastro lo sucedido y humedeciéndo un poco más, me dirigí hasta el centro de su intimidad, limpiando con cuidado, con un deseo morboso de acercarme y besarla hasta hacerla terminar en un orgasmo de nuevo, la coloqué boca arriba flexionando un poco sus piernas para seguir con mi labor, sus nalgas tenían rastros blanquecinos y disfruté con morbosa lentitud, limpiándolas, separándolas un poco para observar esa aún más estrecha entrada que ella se negaba a ofrecerme, tuve nuevamente el deseo de colocar la llema de mi dedo índice e introducirlo lentamente, pero no lo hice, tan solo me permití rozarla sin entrar ni detenerme, supongo que si me hubiera detenido, inevitablemente habría empujado un poco rompiendo la resistencia inicial, pero no lo hice.

Minos comenzo a limpiarme mientras me encontraba casi inconciente, apenas podia sentir mi cuerpo, mi respiracion estaba muy agitada, no podia incorporarme aun, me encontraba devil, exausta y temblorosa un poco adolorida aun y vulnerable. nada me importaba el mundo se habia detenido en aquel instante ahora solo estaba minos a mi lado limpiandome mientras me miraba fijamente.

me perdi en sus ojos pensando en lo que podria ser si me atrevia a revelarme mis sentimientos y aquello tan oculto que pasaba por mi mente. me preguntaba si las cosas cambiarian entre nosotros despues de haberme entregado a el por primera vez, no queria saber ni pensar en solo solo le habia dado mi cuerpo o algo mas.

nos miramos fijamente mientras me limpiaba y acariciaba tiernamente. tome su mano y lo invite a acostarse a mi lado.

Ella tomó mi mano y me sorprendí ante tal acción, sin saber qué hacer o qué decir, era bien sabido por todos lo extraño e incómodo que era la mañana después del sexo, habría preferido salir sin que lo notara, pero esa opción quedó descartada desde el momento en que ella dio señales de estar despierta. Me recosté a su lado y acaricié su rostro, tan hermoso y perfecto, ciertamente ella era hermosa y nada de lo que hiciera o dijera cambiaría la forma en que yo la veía.

- Sabes que si me quedo, terminaré haciéndolo aunque no quieras... - la observé, esperando que diijera algo, tomé una de sus muñecas y la llevé hasta mis labios para besarla, conteniendo el deseo de dejar un par de marcas...

me encontraba exausta, apenas podia respirar, podia sentir mi corazon latir a travez de mi pecho estaba muy agitada aun.

minos tomo mi mano y comenzo a besarla provocativamente diciendo: - Sabes que si me quedo, terminaré haciéndolo aunque no quieras...

no puede evitar estremecerme. cerre mis ojos y me deje llevar.

La observé durante un par de minutos y el recuerdo del rumor que había llegado hasta mis oídos renació de la nada. "Intento de violación", ella no había querido decirme de quien se trataba, pero... tenía mis sospechas, y si todo era así, entonces esa misma noche saldaríamos deudas.

- Fue Lune, ¿cierto? - dije con voz grave. Ella me miró a los ojos para segundos después desviar la mirada... y no tuve que preguntar más.

Me puse de pie y fui hasta la cocina para buscar mi ropa, después tan solo salí con un solo destino en mente, el recinto de Lune.

Minos salio enfurecido ante mi confesion, sabia que iria tras Lune y que nada bueno le esperaria... a decir vardad, tambien deseaba vengarme de ese maldito... me hervia la sangre.

le levante de mi cama de prisa y busque uno de mis vestido, me cambie rapidamente y me dirige hacia el calabozo sabia que minos regresaria ahi...

Entré con un hermoso Lune que aún se removía entre mis brazos, intentando alejarse, separarse de mi y golpearme si era posible, podía ver el odio en sus ojos, ese terrible desprecio que quemaba sin saber por qué.

Observé a mi alrededor, localizando casi inmediatamente la mesa ubicada en la parte central de la habitación. Supongo que Lune supo de nuestras intenciones puesto que en cuanto vio la mesa, con correas en cada esquina, comenzó a moverse más, se dejó caer como un niño pequeño, como si hiciera todo lo posible porque no avanzara más.

- Lune... no me hagas enfadar - ahora sí utilicé mi técnica para cargarlo y colocarlo sobre la mesa mientras amarraba sus muñecas y separaba con morbosidad sus muslos, toqueteándolo cada vez que podía.

me encontraba en una ezquina de la habitacion, observando con atencion como lo iba sometiendo Minos poco a poco... aquello era excitante... no podia esperar para cumplir mi venganza, sali lentamente de entre las sombras. me detuve frente a Lune y le dirigi una mirada fria e intimidate, pase de largo y me dirigi a la cocina nuevamente.

al conseguir lo que necesitaba regrese a la habitacion donde se encontraban Minos y Lune.. habia traido hielo, agua caliente y una pequeña daga...
entre y coloque aquello junto al resto de los instrumentos que usariamos esa noche. me acerque a Minos y bese la comisura de sus labios mirandolo con complicidad.

- minos!!!!!! por favor sueltame!!!!!!!!!!!! que pretendes hacer,, porque me amarras de esta forma...

Había una parte de mi que disfrutaba con cada queja, con cada intento fallido por liberarse, me parecía de cierta forma adorable la angustia y molestia en su mirada, el orgullo que siempre había tenido y que ahora comenzaba a parecerme encantador e irresistible. Y fue entonces que vino la frase me trastocó, dejándome un sentimiento de negación.

- si te vas a vengar hazlo ya y matame de una vez!!!!!!!!

Lo observé preguntándome si lo decía en serio, ¿en realidad tan despreciable le parecía como para preferir la muerte?... fue como si perdiera algo, como si por primera vez me diera cuenta de que él no estaría ahí para siempre, así que liberándolo de las correas que lo mantenían inmóvil lo obligué a ponerse de pie, su cuerpo, seguramente cansado debido a la tensión acumulada, se dejó caer al suelo pesadamente e inevitablemente terminé arrodillándome a su lado, tomándolo de la ropa para acercarlo a mi.

- NUNCA digas eso, ¿entiendes? - él giraba su rostro, por lo que tuve que tomar su mentón y obligarlo a que me mirase - no importa si es con un enemigo o con el mismo Hades... no dejaré que mueras...

Observé la habitación buscando algo que me pudiera servir, mi mirada se detuvo en una especie de gancho, parecía un tipo de perchero con aspecto tosco y no pude evitar sonreir, alcancé una de las correas y comencé a atar sus manos con la fuerza necesaria para mantenerlo sometido pero procurando no lastimarlo.

Minutos más tarde, su cuerpo quedó de pie, con los brazos en alto y sin muchas posibilidades de movimiento. Comencé a quitar su ropa, era la primera vez que lo vería así y comenzaba a excitarme la idea.

Ver a Lune rogar por su muerte era lo más excitante que había visto hasta ahora, a decir verdad no sabía que me excitaba mas, si el hecho de ver a mi verdugo inmerso en aquella agonía o ver a mi amante cobrar aquella venganza, hasta ahora, me había limitado a observar el espectáculo desde una esquina de la habitación, pero ya era hora de unirme a la fiesta.

Me acerque y mire a Lune a los ojos con una mirada encendida la cual denotaba un sentimiento de complicidad y lujuria, odio y venganza. Tome su rostro y suavemente bese sus labios apenas rozando su titubeante comisura. Me retire riendo burlonamente.

-Muy bien querido Lune ahora eres tu el que está entre mis manos, y nada de lo que hagas o digas ahora podrá librarte de tu cruel destino (reí burlonamente) y me aproxime hasta la mesa donde había dejado aquellos objetos unos instantes atrás.

Busque entre ellos el indicado para comenzar, ahora Lune se encontraba colgado y desnudo a nuestra merced. Repentinamente mis ojos se desviaron al piso, en donde se encontraba su látigo. Lo tome entre mis manos y me acerque hacia Lune.

-Mira nada más…. Pero Qué tenemos aquí? Lo reconoces Lune? Sabes qué es esto? Si si es tu látigo, eso ya lo sé. Recuerdas como me torturaste aquella noche con él? No? Yo lo recuerdo muy bien…. Ahora serás flagelado por tu propio látigo, no te excita?

Me acerque un poco más a mi víctima elevando el látigo y firmemente lo de jede caer sobre su blanca piel. Lune soltó un grito de dolor, lo cual me excito aun mas, era indescriptible, continué flagelándolo una y otra vez…

Se anuncia silenciosamente mientras peentra en la habitación, investido en el sa´puri de wyvern avanza lentamente observando por un instante la escena, su continente impávido antes de bajar ligeramente la cabeza blonda. Una de sus cejas se eleva de modo apenas perceptible.

-Pandora-sama- murmura con suave firmeza- pido una disculpa por la intrusión-tras decir aquella frase la mirada ambarina del juez se eleva observándole con fijeza- no desería interrumpir el tan merecido castigo del imbécil ahí postrado, lamento no haberme enterado antes, peor es un alivio saber que el´líder del trivium, Minos, se ha encargado en parte edl asunto, pero quisiera atreverme a hacer una petición a su persona-.

Observa por un instanet con frialdad el cuerpo lacerado del espectro, sus labios se tuercen ligeramente.

-Desearía si es posible, que se me conceda la cabeza de Lune, pues se ha tomado al libertad de meterse conmigo de modo directo y con la primera prisión. Claro está hasta que se termine de castigarle, no deseo privarle de tal satisfacción-.

Habían cosas que eran difíciles, difícil era el hecho de que Camus me rechazara incluso antes de mi primer intento, difícil era despertar cada mañana y tener que lidiar con los problemas del Inframundo, difícil era conseguir que mi cabello quedara medianamente presentable, pero en este preciso momento me era difícil obervar a Lune y no sentir que algo se destrozaba dentro de mi con cada golpe. Tuve el impulso de detener a Pandora un par de veces, pero no lo hacía, tampoco quise saber el por qué, quizá yo era algo sádico y disfrutaba ver las marcas en la suave piel... pero por algún motivo giré mi rostro mientras escuchaba sus quejas contenidas. Me recargué en la pared con las manos en los bolsillos, indiferente al espectáculo aunque ciertamente sabía que en cualquier momento haría algo.

- ¿No te excita? - dijo Pandora con burla y miré el rostro siempre hermoso de mi... de Lune.

Ahora las lágrimas resbalaban por sus mejillas, dejando una casi imperceptible marca a su paso, él cerraba los ojos con fuerza, creo que incluso en este momento le dolía más su orgullo que su cuerpo, esa era una de las cosas que me gustaban de él. Sin pensarlo demasiado me acerqué a Pandora tomando su muñeca, impidiendo que un nuevo golpe se añadiera a la lista, ella me miró sin comprender lo que sucedía. Y segundos después Radamanthys apareció, ni siquiera me había dado cuenta de su presencia, y eso me preocupó un poco, ¿tan distraído me encontraba?

-Pandora-sama, pido una disculpa por la intrusión - lo observo con curiosidad y después mi mirada se pasea con descaro por el apetecible cuerpo de Lune - no desería interrumpir el tan merecido castigo del imbécil ahí postrado - no puedo evitar sonreir, seguramente Lune habrá hecho algo para ganarse el odio de Radamanthys... Lune era del tipo de personas que te provocan solo dos clases de sentimientos, con él no había terminos medios, no había indiferencia, o lo amabas o lo odiabas profundamente, no había otra opción - quisiera atreverme a hacer una petición a su persona. - MI sentido de alerta se agudizó y me acerqué al cuerpo tembloroso de Lune sin saber qué era lo que el juez tenía en mente - Desearía si es posible, que se me conceda la cabeza de Lune...

Tomé una de las dagas que había llevado Pandora minutos antes y corté con precisión las correas que lo mantenían en pie, como era de esperarse, su cuerpo cayó de lleno al suelo, aunque intenté detenerlo colocándome a su lado para sostenerlo. Las marcas hechas por Pandora se veían dolorosas, y ciertamente debían serlo, ya que Lune rechazaba mi contacto aunque a penas se podía mover, o quizá era porque me odiaba y le parecía repugnante mi cercanía. "Shh... ¿qué hiciste ahora Lune?" - musité para que solo él me escuchara.

- Vamos Radamanthys, cualquier cosa que haya hecho Lune, no puede ser tan mala... - observé la cara de pocos amigos del inglés y me puse delante del imprudente de Lune, creo que incluso me encontraba entre Pandora y él - Nada que no se pueda arreglar, supongo...

Mis palabras se escucharon extrañas, dejaban una sensación extraña en mis labios, como si no se tratara de mi quien las pronunciaba... tenía este extraño presentimiento, algo que me hacía querer protegerlo, no sé si era porque se veía indefenso en ese momento o porque después de todo era mi discípulo, supongo que pensaba que ese era mi deber... pero en el fondo había algo más y yo lo sabía, algo que se grababa en mi mente aunque yo rechazaba el pensamiento... porque see, con Lune no habían grises, lo amabas o lo odiabas, esas eran las dos únicas opciones y... lamentablemente yo ya había hecho mi elección.

Su fría mirada de ámbar se posa el el otro juez, sus labios delgados y pálidos apenas aprecen demostrar un movimiento, se entreabren lentamente mientras sus cejas se arquean apenas demodo perceptible ante aquella intervención.

-Debe aprender cuál es su lugar, el pobre diablo se ha tomado la libertad de pensar que podía quemar todas mis pertenencias con impunidad, en otra ocasión podría haber dejado pasar un insulto, pero esto esá completamente fuera de proporción. Exigo pague por lo que ha hecho y se le de un justo castigo a su conducta tan impropia-.

REsponde sin inflexión alguna en su gruesa y aterciopelada voz mirando con fijeza al otro.

-Y antes de que preguntes, no tuvo motivación suficiente si bien es cierto que Aicos y yo estuvimos molestando a tu discípulo, no fue nada que le diese derecho a cobrarse por su propia mano-.

- Debe aprender cuál es su lugar, el pobre diablo se ha tomado la libertad de pensar que podía quemar todas mis pertenencias con impunidad - intenté reprimir una sonrisa al imaginarmelo acercándose con toda la discresión que su ruidosa personalidad le permitía, me pregunté en qué estaba pensando Lune al hacer las cosas que hacía, los intentos de violación, las discusiones sin sentido con los demás jueces, su odio desmedido hacia mi, creo que en el fondo y aunque no me gustaba aceptarlo, eso me dolía... pero había aprendido a lidiar con ello, me había hecho a la idea y tan solo era capaz de responderle con insultos y agresiones que solo incrementaban sus ganas de golpearme - Exigo pague por lo que ha hecho y se le de un justo castigo a su conducta tan impropia-.

Pasé la mirada desde el cuerpo tembloroso de Lune hasta el del imponente juez, intentando parecer calmado a pesar de todo el estrés que me ocasionaba la situación, la decisión quedaba en manos de Pandora y en ese caso yo no podría hacer nada... así que antes de que ella dijera algo o de que Radamanthys actuara, decidí hacer algo.

- Te comprendo Radamanthys... conozco a Lune y sé que es un impertinente en ocasiones... a decir verdad, la mayor parte del tiempo, pero también tengo asuntos pendientes con él... no te preocupes, le daré su merecido, soy un hombre de palabra, así que puedes confiar en mi.

Me agache hasta quedar a la altura de Lune quien seguía rechazándome, intentando empujarme desesperadamente sin conseguirlo.

- Ya... - musité mientras tomaba su rostro con ambas manos - tan solo cálmate... - a estas alturas no podía asegurar que me estuviese escuchando, así que tomando una especie de manta dispuesta a unos cuantos metros de mi, lo envolví y lo tomé en brazos. Su cuerpo se estremeció seguramente por el contacto de sus heridas con mi cuerpo, después se removió un poco como si intentara encontrar una posición menos incómoda, menos dolorosa.

Salí del palacio de Pandora preguntándome qué demonios estaba haciendo, ni siquiera yo comprendía lo que sucedía o quizá no quería comprenderlo y prefería fingir que nada pasaba. Minutos más tarde, me sorprendí al pensar que era la primera vez que me preocupaba por alguien que no fuera yo.

Sonríe de lado, el sarcasmo marcado en sus delicados rasgos. Finalmente se encoge de hombros con indiferencia, clavando sus fríos ámbares en el otro juez.

-Como gustes, pero lo que me interesa es qué se va a hacer con la caina. No puede quedarse así, por lo qu eme parece justo que si ha sido él quien ha quemado todo, sea le quien reponga los daños físicos de su tan infantil acto-.

Responde con serenidad, acercándose hasta el espectro de menor rango, perforándole con su mirada.

-No pienso mover un dedo para arreglar ese lugar que quede claro-

-Como gustes, pero lo que me interesa es qué se va a hacer con la caina. - me detuve cerca de la puerta con un casi inconsciente Lune en brazos - No puede quedarse así, por lo que me parece justo que si ha sido él quien ha quemado todo, sea le quien reponga los daños físicos de su tan infantil acto-.

Sonrío dándole la razón... luego observo a Lune y algo dentro de mi sufre un espasmo repentino, algo inusitado e inevitable, no lo pienso demasiado, si lo hiciera, probablemente terminaría tan cansado que no podría con mi propia existencia, y en este momento lo único que me interesa es protegerlo... no quiero saber por qué.

- No pienso mover un dedo para arreglar ese lugar que quede claro.
- No te preocupes, yo mismo me encargaré de que los daños sean reparados.

Finalmente salgo del palacio, me pregunto qué debo hacer ahora... podría ir al recinto de Lune, dejarlo en su habitación y esperar a que sean sus propios sirvientes quienes se encarguen de curar las heridas de las cuales en parte soy culpable... pero eso sería poco sensato, además, quisiera estar más tiempo con él... quizá deba ir a mi recinto - pienso sin ser capaz de preguntarle, sé que si lo hiciera, él me insultaría y terminaría abandonándome mientras pone un delicioso gesto de indignación, porque eso hace él... él tiene esa facilidad para sacar fuerzas donde ya no hay nada, él es de esas personas que te hacen la vida más apacible con su sola presencia y entonces descubro con algo de terror otra cosa...

Él se remueve un poco y me limito a sonreír, está decidido y ya no hay vuelta atrás.